— ¿Qué…? ¿De qué hablas…? ¿Qué es lo que sabes? — Ania tragó grueso, temerosa de lo que su amigo pudiera pensar sobre lo sucedido.
— No… No tengas miedo, por favor… — Álvaro intentó calmarla, al verla tan nerviosa, eso lo hacía sospechar más de su situación. — Ania, yo estoy aquí para escucharte…
— Pero… Tú, ¿Cómo sabes…?
— Es que vi una actitud muy extraña de parte de tu hermana y de tu esposo y… — Álvaro inspiró profundo. — Ania, sabes que antes de ser tu médico y antes de ser amigo de Liam o Alicia, fui tu amigo… Puedes contarme lo que sea, sabes que yo siempre estaré dispuesto a ayudarte y apoyarte cuando lo necesites…
¿Cómo le contabas, como le explicabas a alguien, a tu amigo, que te acusaban de un asesinato? Ania lo pensó por largo rato.
Y aunque ella se moría de la vergüenza, al tener que exponer esa etapa tan humillante y devastadora de su vida, al final, Ania decidió confiar en Álvaro.
Sobre todo porque, ahora que Ania se había quedado completamente sola, sin contar c