La escena se repetía una y otra vez en los sueños más profundos de Ania: Alicia contándole las intenciones oscuras de Liam de arrebatarle a sus hijos, el desespero que Ania sintió al imaginarse separada de sus bebés, la voz de Liam gritando desde el pie de las escaleras, ella resbalando, para ser sostenida por su hermana.
Pero había una pequeña parte, una diminuta escena en la que su mente, hacía hincapié y se repetía cada vez con mayor nitidez en su cabeza: La tenue y diminuta sonrisa maliciosa que mostró Alicia, justo antes de soltar a Ania.
Una sonrisa milimétrica y muy calculada que solo Ania, como su hermana, conocía muy bien.
De pronto, en la mente de Ania se escuchaban gritos, la voz de Liam sonaba muy cerca, como un furioso rugido.
— ¡RÁPIDO! ¡APÚRENSE!
Y la voz llorosa de Alicia le acompañaba como un coro.
— ¡Lo siento tanto, lo siento tanto, hermanita, debí ser más fuerte, debí soportar más! ¡Perdóname, perdóname por soltarte!
Se escuchaba el chillido de las llant