Capítulo 26
Dentro del coche, Patricia retorcía los dedos, distraída, mientras miraba por la ventana. Augusto, atento a los mínimos detalles, notó su nerviosismo y frunció el ceño.
— ¿Algún problema?
Ella respiró hondo antes de responder:
— Tuve un problemita con tu coche hoy.
Él entrecerró los ojos, curioso.
— ¿Mi coche? ¿Qué pasó?
Ella mordió su labio, vacilante.
— Un hombre se pasó el semáforo en rojo y golpeó la linterna del coche. El faro se rompió.
Su expresión se volvió seria, pero antes de que ella pudiera justificarse, Augusto preguntó, preocupado:
— ¿Y tú? ¿Estás bien? ¿Te lastimaste?
— No, estoy bien. No fue nada grave.
Él relajó los hombros, aliviado.
— Qué bueno. El coche es lo de menos, ya estaba pensando en cambiarlo de todas formas.
Ella lo miró, sorprendida por su reacción tranquila. Sintió un calor suave cuando Augusto tomó su mano, acariciándola con cariño.
— Me alegra que no haya sido nada peor. Si algo te hubiera pasado... — Se detuvo, apretando levemente sus dedo