Capítulo 3Después de horas leyendo en voz alta, Patricia terminó quedándose dormida en el sillón junto a la cama. Se despertó sobresaltada al sentir una mano en su hombro. Al abrir los ojos, se encontró con Rafael. Por un instante temió que él fuera a reprenderla, pero su expresión era tranquila.— Ve a cenar —dijo simplemente—. Me quedaré un rato con mi padre.Patricia se incorporó y se frotó los ojos, intentando despabilarse.— Debo bañarlo antes, señor.— Lo hago todos los días. Hoy no será diferente.Ella dudó un momento, pero asintió.— Sí, señor.Al verla salir de la habitación, Rafael suspiró, pasándose una mano por el cabello. No dudaba de las intenciones de Patricia, pero no quería que ella asumiera más de lo que podía. Su padre era un hombre grande, de 1,85 metros y más de 100 kilos, mientras que ella parecía tan pequeña y delicada. Moverlo requería fuerza y práctica, algo que él hacía desde hacía dos años.Sabía que, en algún momento, tendría que permitir que ella ayudara,
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