Máximo tuvo un mal presentimiento desde el mismo momento en que recibió esa llamada, ¿qué hacía Isabella y Margaret en la mansión Collins, reunidas con su padre? Eso no podía significar nada bueno.
Entró acelerado en el despacho, quedando todavía más confundido cuando vio a su esposa, muy tranquila, tomando el té en compañía de Margaret y su padre.
— Recibí el mensaje… — Comentó Máximo con la respiración algo agitada. — Isabella, señora Sinclair.
— Qué gusto verlo, señor Collins. — Margaret asintió con cordialidad.
— Padre… — Máximo miró a su padre, extrañado por la sonrisa que le mostraba, cuando esa misma mañana salió de su oficina, ofuscado.
— Hijo, pasa adelante… — Lo invitó Maximiliano, quien parecía emocionado.
— ¿Ocurre algo? — Máximo caminó con cautela, a pesar de que el ambiente parecía relajado, su corazón latía acelerado, él presentía que ocurría algo malo.
— Tu esposa… Tiene una maravillosa noticia. — Informó Maximiliano señalando a Isabella, quien le sonrió ante el coment