Máximo estaba ansioso, Isabella le había dicho que tenía un compromiso con Margaret y todavía no había llegado.
Ella se iría en una hora y él sentía que no había aprovechado al cien por ciento su último día juntos. A Máximo no le gustaba esto, si le costaba tanto separarse de Isabella por unas horas, ¿cómo se sentiría por un año o quizás más tiempo?
Todo estaba arreglado en el hangar privado, uno de los aviones de la familia Collins, esperaba por Isabella y Margaret, quienes se irían al extranjero juntas.
— ¡Hey, Max! — Maximiliano sorprendió a Máximo dándole una palmada en el hombro, él se giró inmediatamente.
— ¿Qué haces aquí?
— Vine para despedirme de tu esposa…
— No tenías por qué venir… — Gruñó Máximo, ceñudo.
— ¿Dónde está? Se supone que el vuelo sale dentro de poco. — Maximiliano miró por los alrededores.
— Aún falta para que salga el vuelo, todavía están cargando las maletas… — Máximo apretó los labios con decepción. — Ella ya viene en camino.
— Por favor, Máximo, no seas rid