la junta y la abuela que cuida.
Las miradas se cruzaron como dagas en el aire. El ambiente en la sala se volvió denso, espeso como humo antes del incendio. El sonido de la carpeta al abrirse pareció retumbar como un disparo. Todos los presentes —inversionistas, socios, jefes de departamento— sabían que lo que se revelaría a continuación marcaría un antes y un después en la historia de Lewis Benson Corp.
—Como les comenté, hace semanas inicié una auditoría externa y confidencial —dije, con la voz firme, sin levantarla pero con autoridad—. Pedí a cada departamento sus cifras, balances, movimientos. El resultado fue un mapa preciso de nuestras finanzas… y de las fugas que no cuadraban.
Caminé lentamente hacia la cabecera de la mesa, dejando la carpeta abierta frente al proyector. En cuanto presioné el botón del control remoto, la primera diapositiva apareció en la pantalla.
Un gráfico. Una curva irregular. Una caída brusca en las utilidades del último año fiscal.
—Las pérdidas parecían atribuibles a un mal trimestre —c