Con la revelación de la abuela —que siempre había estado en la lejanía cuidándonos— y el misterio de esa bóveda, me pregunté: ¿qué tendría guardado?

Miré la llave. Miles de pensamientos inundaban mi mente. Sabía que la venganza de Eleanor, tras lo de Edward, sería brutal.

Por lo que sabía, la abuela Marie siempre se había mantenido distante. Mi padre fue criado por su abuelo, y ella… ella solo lo vigilaba desde lejos.

Mi familia estaba llena de secretos.

Pero yo había comenzado a romper el círculo: confesé mi enfermedad. Al hacerlo, un peso se desvaneció de mis hombros, y aunque seguía enferma, la carga era más ligera.

El sonido de un celular me sacó de mis pensamientos.

Patrick estaba allí, en silencio. Para él no había sido una gran revelación, pero la existencia de esa bóveda… eso sí lo había inquietado.

—¿Qué piensas? —preguntó Patrick, mirándome con preocupación. No le gustaban mis silencios, menos desde que supo lo de mi enfermedad.

—En lo de la abuela... en lo que dijo esa muje