Los días pasaron, y en la mansión Lewis Benson se respiraba un aire de tranquilidad. Pero ese día, las cosas cambiarían.

Alexander se encontraba sumamente celoso de Evan, y aún más cuando Anne le dijo que debía viajar a una de las sedes de la empresa dentro del país. Rose se quedaría, ya que era la primera asistente, y Anne le estaba otorgando muchas más responsabilidades.

—¿Por qué tienes que ir con ese chico? —dijo en tono molesto—. No me agrada, siento que busca algo contigo. Además, es demasiado atento, y eso no me da confianza —el hombre mostraba su enojo con el ceño fruncido.

Anne movía la cabeza, concentrada en la computadora. Tenía mucho trabajo; estaba revisando las gráficas y todo lo que necesitaría en las juntas. Desde que su padre se enteró de su enfermedad, había decidido que muchas de sus operaciones las haría desde su país de origen.

—Es solo un chico, y es un buen elemento —dijo ella en tono alegre—. Es bastante eficiente. Además, tiene la edad que tendría mi hermanito