Días pasaron en los cuales Anne y Alexander se estaban recuperando de la pérdida de su bebé. La joven pareja sobrellevaba el duelo con esfuerzo, y lo más importante era que su amor, y el apoyo de su familia, los mantenían unidos.
Para Anne, una idea comenzaba a instalarse con fuerza: vengarse de Eleanor. No era solo por los asuntos de la empresa o por haber engañado a su abuelo con una falsa paternidad. No era siquiera por los desprecios constantes. Lo que Eleanor había hecho, empujarla estando embarazada, provocando la caída y la posterior pérdida del bebé, era imperdonable. Anne siempre había sido tranquila, creyente de que la venganza no solucionaba nada. Pero esta vez... esta vez era distinto. Eleanor lo merecía.
—Luces muy pensativa, Anne —dijo Alexander durante el desayuno. Ella ya se encontraba un poco mejor. Seguía trabajando desde casa, aunque a un ritmo más pausado en los últimos días—. Pero tienes mucho mejor semblante, y has comido mejor —se acercó y besó su frente—. Te am