La casa principal de los Lewis Benson, ubicada en lo alto de las colinas de Rosewood, parecía más silenciosa que nunca. Las luces suaves de las lámparas daban un tono cálido a las paredes blancas con molduras doradas. El aire olía a jazmín y madera antigua. El eco de los pasos de Anne resonaba suavemente mientras caminaba por el pasillo hasta la sala principal, donde su padre ya se encontraba sirviendo tres copas de coñac.
Patrick entró segundos después. Su rostro, aunque sereno, mostraba las huellas de una noche tensa. Se había quitado la chaqueta del traje y desabotonado el cuello de la camisa. Parecía más un general después de una batalla que el hijo menor de un magnate.
Jonah les ofreció las copas y levantó la suya.
—Por la verdad —dijo con voz firme.
—Por la verdad —repitió Anne, aunque con tono más medido.
Patrick no respondió. Bebió de golpe y se dejó caer en uno de los sofás de cuero frente al ventanal.
El silencio se instaló por unos segundos. Afuera, la ciudad seguía viva, c