Anne y Alexander habían pasado días maravillosos en Europa. Aunque ya conocían las ciudades que visitaron, estar juntos, paseando tomados de la mano, hacía que todo tuviera un aire mágico. Sin embargo, el viaje llegó a su fin y el regreso al trabajo era inevitable. Margaret y Lane habían desaparecido la mañana siguiente a lo ocurrido con ella, dejando todo atrás sin dar explicaciones.
Al volver a casa, Anne se sentía algo agotada debido a su enfermedad. Decidió convocar a sus dos asistentes a una reunión en el despacho de la mansión. Evan, uno de ellos, se mostraba ansioso. Volver a pisar la casa familiar removía algo dentro de él. No tenía recuerdos nítidos de ese lugar, pero sabía que pertenecía allí, y ahora estaría frente a su hermana, en carne y hueso.
Anne estaba visiblemente cansada, y Alexander no permitió que fuera a la oficina. Le importaba poco que ella fuera la CEO de las Empresas Lewis-Bensón; para él, la salud de su esposa era lo primero. El contrato matrimonial comenzab