Capitulo 43

Y los días seguían pasando. Ya eran cinco días en los que Jimena seguía sin el brazo a torcer.

El aire de la sala de juntas estaba denso, cargado de esa electricidad invisible que solo aparece cuando las personas que se detestan tienen que compartir el mismo espacio. Desde que Tiago había sido anunciado como nuevo socio, cada reunión y evento corporativo se había convertido en un campo minado para Jimena.

Sentada al extremo de la mesa ovalada, revisaba sus notas con un bolígrafo que giraba nerviosamente entre sus dedos. El aroma tenue del café recién molido se mezclaba con el leve perfume de madera lustrada del mobiliario, un olor que siempre le había transmitido concentración… hasta ahora. Porque al otro lado de la mesa, Tiago, con su chaqueta perfectamente cortada y la corbata ligeramente floja, no apartaba la mirada de ella.

—Creo que esta propuesta podría optimizar los procesos en un veinte por ciento —dijo él, mirando a los demás directivos… pero dejando que la última palabra se
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