RAVEN
— No sé si dejarte salir así, con esas feromonas tan alborotadas, otras lobas te pueden querer seducir – le digo frunciendo el ceño y muy en serio.
— ¿Bromeas? Con el olor a loba en celo que llevo en toda la cara, capaz y que algún macho me salte encima, ¿quieres probar? – se tira sobre mí a intentarme besar y lo esquivo riendo.
Sabe que no me agrada mucho estarme probando a mí misma.
— Me voy ahora sí, no demoro, espérame así, nada de ropa, que vengo directo a hacerte el amor toda la noche – hace promesas en mi oído que me tientan.
Besa con suavidad mi cien y me mira de cerca, como si nos fuéramos a separar por días.
Al final, a regañadientes, termina por levantarse y se va a la reunión secreta que tiene con otros miembros de la rebelión.
En dos días es el momento de actuar y nada puede fallar.
Al quedarme sola, me cubro con una bata de dormir, larga hasta mis rodillas y de verdad no me pongo nada por debajo, espero disfrutar pronto de mi noche apasionante.
El tiempo pasa y me