RAVEN
Y eligió, como era sabido, como la cobarde que siempre había sido.
Comenzó a correr por todo el borde de la arena en su forma humana con la cabeza abajo, la ropa llena de polvo, las palmas de las manos en carne viva y las lágrimas y mocos rodando por su rostro irreconocible.
— ¡¡Ladra para todos, que queremos escuchar lo perra venenosa que eres!! – le grité disfrutando de mi momento, parada en el medio de la inmensa arena.
¿Qué parecía una mujer cruel?
Sí, lo estaba siendo, pero si algo he aprendido este tiempo es a pagar amabilidad con amabilidad y humillación con humillación.
Esta infeliz no iba a aguantar un golpe más y era más conveniente para ella desmayarse rápido y librarse de mi castigo.
Esta vergüenza la marcaría de por vida como a mí me marcó ese Alfa desgraciado por culpa de ella.
— ¡Toma un huesito! – le gritaban desde las gradas tirándole cosas.
— ¡Guau, guau, más fuerte perra que no te escuchamos!
— ¿Y su Alfa por qué no ha salido a defenderla?
— Creo que lo vi ir