Raven
De repente, un toque húmedo cayó en una de mis manos y una cavidad caliente rodeó mis dedos, que el Alfa comenzó a chupar eróticamente.
Sentía cómo mis manos temblaban, yo no tenía nada de experiencia en seducción, él notaría mi temblor.
Me atreví a subir la cabeza y entonces me encontré con sus hermosos e intensos ojos azules, devorándome y haciéndome promesas calientes y excitantes.
Subió mi antebrazo y lo pegó a su rostro, sacó la lengua para lamer cada rasguño y cada herida con paciencia.
Yo estaba como hipnotizada y sentía el fuego creciendo en mi interior, más intenso y concentrado entre mis piernas.
— Acuéstate en la cama – ordenó el Alfa en mi oído, oscuro y ronco, no había espacio a negarse, así que lo hice.
Me acosté, no por completo, sino apoyada en mis codos y él se subió a horcajadas sobre mis caderas.
Todo su enorme cuerpo, musculoso y alto, presionándome con su poder.
Me sentía tan pequeña, tan vulnerable, tan dominada y tan malditamente caliente, que cuando ba