A la mañana siguiente, Maddy abrió los ojos, se desperezó y al girar su rostro encontró a su esposo mirándola sonriente.
–¿Hace cuánto me veías?
–Te vi dormir por un rato y debo decirte que no lo creí posible, pero cada día estás más hermosa.
–Y yo no creí nunca que el gran señor Renán Viteri pudiera expresarse así.
–¿Cómo?, como un cursi enamorado, así me tienes fierecilla y ya no me detendré, cada momento del día en el que sienta ganas de decirte lo mucho que te amo, lo haré.
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