Ethan observó la escena cariñosa desde un rincón. No podía creer que su mejor amigo, Eliam, fuera el culpable de su separación.
—Él sabía que yo la amaba. Sabía que sin ella sufriría, ya lo había visto anteriormente. ¡Maldición, ya no te puedo llamar amigo, me has traicionado de la peor manera y hasta un hijo le has dado!
Renegó en su mente.
Los amigos habían estado separados durante un buen tiempo. Casi no se reunían, y cuando lo hacían no hablaban de sus miserables vidas privadas. Se dedicaban a disfrutar del presente, acompañados por una u otra chica cada uno.
Ethan sacó su teléfono y marcó el número de Eliam. Preguntó que donde estaba y este respondió que ocupado con sus negocios.
—¿Has tenido comunicación con mi ex mujer, en los últimos días?
—No. Desde que decidió ir al extranjero no volví a saber nada de ella. ¿Por qué lo preguntas?
—Creo que ella nunca salió del país. Ella se quedó aquí y se especializó en ginecología. La vi hace unos días, mi mujer está embarazada y ella la