Ethan se molestó mucho cuando se dio cuenta de que otro hombre la está haciendo sonreír, pero no lo dio a conocer en ese momento.
Al día siguiente se comportó muy diferente con ella. Desde que viven en la misma casa van juntos a la universidad, pero viajan en taxi, evitando así que se filtren rumores de una relación que no existe.
—Volveré tarde a casa. Es probable que lo haga hasta por la madrugada, por favor no me esperes, duerme tranquila—. Pidió.
—¿Pasa algo?
Quiso saber Aleyda.
—Solo tengo unos pendientes por hacer, no es la gran cosa. No te preocupes.
Aleyda sintió que algo estaba mal. Pero como él, no lo quiso decir, sintió pena pedirle una explicación para poder ayudarle si el caso lo requiere.
Ella volvió antes del atardecer. Había poco trabajo y su jefe le había otorgado horas libres.
Cuando abrió la puerta, casi se desmaya del susto. Allí estaban dos señores, muy hermosa y delicada ella, mientras que él, un poco distraído con unas cuantas canas en la cabeza.
Sí, precisa