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Javier y el señor Gallardo se enfrentaron por la custodia de los trillizos y la madre. Valentina tenía planeado salir fuera de la ciudad y alejarlos de su padre, pero una visita inesperada apareció en el hospital justo el día que le darían de alta.

—Oh, por Dios, me alegro tanto de volver a verte y saber que estás bien.

Expresó la madre de Javier. Anteriormente ella y Valentina se llevaban de maravilla. Siempre le hizo saber que su posición de viuda no estaba relacionada con ella, sino con su hermano. Eso hizo que Valentina confiara plenamente en ella y la tomara como una segunda mamá, aunque nunca le confesó todo el calvario que su hijo Javier la hacía vivir cada día a su lado.

—También me alegro de verla, señora.

Ellas se abrazaron.

—Vuelve a llamarme mamá, como lo hacías antes—. Pidió con cariño.

—No puedo, señora. Su hijo y yo nos hemos divorciado hace tiempo y…

—Hazlo por mis nietos. Necesito que ellos también sepan quién soy y que me llamen abuela, ese siempre ha s