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Los ojos de los presentes brillaron con una mezcla de asombro y curiosidad. Nunca antes habían presenciado la magia de la gran Maliza, una de las hechiceras más fuertes del océano. Su magia, distinta al de los sirénidos, emanaba una esencia única, pues en sus venas corría la sangre antigua de los elfos. Un poder que la hacía especial, temida, reverenciada. Los murmullos de incredulidad se deslizaban entre las aguas como corrientes invisibles, mientras todos aguardaban en silencio, expectantes.Con un suave movimiento de sus manos, Maliza desató la magia que llevaba en su interior. En un abrir y cerrar de ojos, un portal se abrió ante ellos, tan similar al que Archer, Dante y Alan habían presenciado en la tierra firme. El aire se cargó de una energía palpable, vibrante, como si el mar entero se hubiera estremecido.Los fragmentos del pasado comenzaron a bailar frente a sus ojos, etéreos y fugaces, revelando secretos guardados en las profundidades del océano. Archer, paralizado, observó,
Al ver la firmeza en los ojos de Archer, el rey Tyler asintió en silencio. Los reyes de Marabí no opusieron resistencia; sabían que había llegado el momento. Leila, su madre, también lo entendió. Archer ya no era el niño que una vez abrazó entre corales. Había sobrevivido lejos de casa, había regresado por voluntad propia... y ahora, ella creía con el alma que también volvería esta vez.—Preparen todo — ordenó con voz grave el rey Argos a sus hombres — Que los príncipes abandonen el mar sin obstáculos. Quiero cada zona despejada. Ninguna corriente debe interrumpir su paso.La orden se cumplió con rapidez, como si el mismo océano hubiese contenido la respiración.Archer y Ermys cruzaron la barrera marina, nadando hacia la superficie. Si mantenían el ritmo, llegarían en un par de horas a la isla de Nim, aquel lugar olvidado donde los reyes de Marabí alguna vez veranearon, mucho antes de que la maldición de Atargatis tiñera el mar de sombras. Ahora, esa mansión debía yacer silenciosa, cub
Archer también entró de inmediato, pues había sentido la misma mirada vigilante clavada en su espalda. No obstante, dentro de la mansión, sabían que estaban a salvo: aquella no era una simple construcción, sino una fortaleza encantada. Nadie que estuviera fuera podía poner un pie dentro de sus muros, no mientras Daki, la bestia marina que protegía el lugar siguiera viva. Su magia, ancestral y poderosa, era capaz de resguardar los cuatro pilares si llegaba a ser necesario.—¿Archer, crees que nos están vigilando? —la voz de Ermys se hizo presente.—Sentí una mirada clavada en nosotros, observando desde la oscuridad del bosque —respondió Archer, mientras su mirada se perdía por un instante en el vacío — Pero sea cual sea su intención, no podrá dar un solo paso dentro de esta mansión.—Está bien… — murmuró Ermys, dejando escapar un suspiro mientras la tensión abandonaba lentamente su cuerpo. Comenzó a caminar, dándole la espalda a Archer, cuando de pronto sintió como unos brazos fuertes
Después de lamer y chupar su venuda verga hasta quedar saciada, Ermys se puso de pie solo para encontrase con los ojos hambrientes de Archer… en ese momento, cargó a la sirena y la hizo sentar en la mesa más cercana que encontró, la recostó con mucha delicadeza, quedando sus piernas expuestas solo para él.Archer separó sus piernas para poder acariciar su clítoris, por su parte Ermys, le daba todo sin ocultar nada, después de todo, no era la primera vez que follaban a escondidas, en el pasado, Ermys era la mujer que Archer amaba hasta el día de hoy, y quien sabe, quizás hasta el final de sus días.El coño de Ermys estaba tan mojada que no necesitaba lubricante. — Sí... así... se siente tan bien... — Ermys gimió mientras Archer pasaba uno de sus dedos por sus pliegues húmedos haciendo que ella soltara otro gemido de placer, seguido de ello, introdujo uno de sus dedos en su apretado puzzy.Introdujo un segundo dedo solo para hacerla desear más, introduciendo así, un tercer dedo, al ve
— Hermano... Debes estar loco. ¿ Te das cuenta de a dónde nos estás llevando? A este paso vamos a perdernos en el bosque — gruñó uno de ellos, mirando con inquietud la espesura que los rodeaba.— Vamos, no seas aguafiestas. Confía es mi, se a dónde vamos — respondió su amigo con seguridad, aunque por dentro una duda helada le recorrió la espalda — o es creo — pensó, lanzándole una sonrisa que no lograba ocultar del todo su inquietud.—¡Oh, rayos! ¿Yo? ¿ Un aguafiestas? Por si no lo sabes, acabamos de dejar una fiesta en la cuidad, con música, licor y ... Amanda. Sí, Amanda. Es este preciso instante podría estar con ella celebrando el cambio de luna. Pero no, a mí brillante amigo se le ocurrió que un paseo nocturno por el bosque era una mejor idea, genial—El otro no respondió de inmediato. Sus ojos se clavaron en la silueta de la colina a los lejos, como si algo en ella lo llamara. Cuando habló, su voz sonó extrañamente seria:— Algo está pasando Dante. No sé que es, pero necesito segu
Un escalofrío le recorrió la espalda, no era solo el viento, ni la sugestión. Algo latía detrás de la roca. Algo agonizaba. Una energía antigua y sofocante se filtraba a través de la piedra, como un susurro desesperado, mientras tanto la tarde estaba desapareciendo, en su lugar un anochecer bañado por la luz de la luna llena se hacía presente.—Dante… —musitó Archer, con la voz repentinamente grave—. Hay algo detrás de la roca.Dante dejó de sonreír. Su expresión se endureció, como si su instinto de aventura se tornara en una certeza inquebrantable.—Entonces vamos.Ambos rodearon la piedra y la escena ante ellos desafiaba toda lógica.Allí, sobre la arena, yacía una figura inmóvil. Una mujer... No. Una sirena, aquellos seres mitológicos que solo eran reconocidas en obras y literatura de la antigua Grecia…No podían ser real, pero ahí estaba, era real.Su piel pálida brillaba bajo la tenue luz, su cabello rosa con tonos violeta caía en desorden sobre su rostro. Pero algo no estaba bien.
— Hermano, tenemos que… — Dante comenzó a hablar, pero sus palabras murieron en su garganta.Algo estaba mal.El aire se tornó denso, sofocante. La playa, que momentos antes estaba viva con el sonido del viento y las olas, se sumió en un silencio sepulcral. Demasiado silencioso. El viento ya no mecía las palmeras. El mar… estaba inquietantemente quieto. Como si estuviera conteniendo la respiración, como si estuviera observando.Dante sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Y entonces, como si la naturaleza misma respondiera a un llamado invisible, el mar despertó con una violencia aterradora, revelando enormes olas llenas de furia.—¡Archer! —gritó Dante, su voz teñida de urgencia—. ¡Tenemos que irnos ahora o la corriente nos arrastrará!No hubo tiempo para dudas. Las olas se alzaron de golpe, chocando contra las rocas con una furia inhumana. El agua salpicó a su alrededor, helada como la muerte.Archer se puso de pie, sujetando con fuerza el cuerpo de la sirena, dispuesto a correr
—¿Realeza…? — sus palabras salieron entrecortadas, llenas de incredulidad — ¿De qué hablas, quien carajos eres?, ¿Por qué estás aquí? —lo interrogó, pero no obtuvo respuesta, su mente era un torbellino. ¿Cómo podía este hombre conocer su nombre?El guerrero suspiró, como si no tuviera paciencia para explicaciones.—No hay tiempo para esto. Me la llevaré… y tú podrás regresar a tu "mundo" — respondió el guerrero.Archer apenas tuvo un segundo para reaccionar.En un abrir y cerrar de ojos, el guerrero extendió una mano y un destello de magia envolvió a la nereida. Desapareció de su lado en un instante.El guerrero miró el rostro de aquella joven y luego sus ojos recorrieron cada parte se su cuerpo, los ojos de aquel hombre mostraron tristeza y furia al mismo tiempo, pero… no había tiempo para más, él tenía que regresar.Entonces comenzó a caminar hacia el agua, sumergiéndose lentamente con la nereida en sus brazos. Archer intentó correr tras él, pero Dante lo detuvo de un fuerte tirón fi