Capítulo 155. Regreso a casa.
Trina
“Si me quedo, me pierdo. Si me voy, te pierdo”.
Los brazos de Izan me envolvieron con una ternura que me dolía más que mis heridas. Me alzó con ese cuidado que solo un hermano puede tener, como si cargarme fuera también cargar todos los trozos rotos de mi alma. Apreté mis dedos en su nuca, cerrando los ojos, intentando no mirar atrás… pero no pude.
Volví el rostro. Lo busqué.
Entre las sombras del pasillo. Entre las puertas que seguían abiertas.
Esperaba… necesitaba… que él apareciera. Que corriera hacia mí, que me suplicara, que me gritara que no me fuera o que me dijera que me esperaría. Que me amara lo suficiente como para entenderme.
Pero no lo hizo.
Ni un paso.
Ni un ruido.
Dominic Ivankov desapareció como si nunca hubiera existido. Y esa ausencia fue el disparo más certero que me había dado.
El silencio me acompañó hasta el auto. Izan me acomodó en el asiento con esa paciencia que solo se aprende cuando se ama de verdad, y cerró la puerta con cuidado. Él no decía nada, per