Capítulo 156. Volver sin vuelta.
Trina Quintero Armone
Mi hermano me alzó y yo, no protesté. No podía. Físicamente, no tenía fuerzas y emocionalmente… estaba demasiado rota como para seguir fingiendo independencia. Su cuerpo me sostuvo con delicadeza, como si temiera romperme aún más, y aun así… sentí que, al apoyarme en él, estaba soltando algo que me había sostenido durante demasiado tiempo: la ilusión de que podía con todo sola.
—Ya casi estás en casa —susurró Izan, como si adivinara el torbellino dentro de mí.
Pero ¿qué era casa, después de todo?
Todo me resultaba ajeno y al mismo tiempo tan dolorosamente familiar. La fachada, el sonido del portón, incluso el aroma del jardín.
Mi hermano avanzó con pasos lentos hacia la entrada, seguido de Verónica. Mi tío Enrico y mi primo se habían ido al hospital. Porque aunque Dante se veía bien, mi tío quería comprobar que efectivamente estaba bien.
La puerta de la casa familiar se abrió de par en par. Y allí salió mi madre y mi tía a saludarme visiblemente felices.
Escuché