Capítulo 111. ¿Así es como le pagas?
Dante
El agua me golpeó la cara como un puñetazo. Me despierto de golpe, con el frío salpicando mi rostro.
—¡¿Qué mierda?! —exclamé saltando de la cama antes de abrir los ojos, el instinto de estar años alerta me hizo reaccionar.
Y cuando los abrí, allí estaban ellos, ¡Mis padres! Quienes me miraban con una mezcla de rabia y decepción.
Mi madre, con las manos en la cintura y una expresión de tristeza grabada en su rostro, sus ojos inyectados en una rabia que nunca le había visto. Y él, mi padre, con esa mirada de hielo con la que los había visto mirar a sus enemigos.
—¡Dante, levántate ya! —su voz corta el aire, aguda y cargada de reproche.
Me siento en la cama, con la cabeza dándome vueltas. Mi habitación es un desastre, botellas vacías esparcidas por el suelo, la ventana abierta dejando entrar el frío. No sé cuánto tiempo llevo así, pero el reloj en la mesita de noche indica que es tarde.
Mi padre se acerca y me levanta por el cuello, su agarre fuerte y doloroso.
—¿Qué haces, papá?