KAEL
La sangre en el mensaje estaba fresca.
Kael la tocó con un dedo, sintiendo la viscosidad, el calor residual que significaba que quien lo había escrito lo había hecho hace minutos, no horas.
"El Anillo Dorado. Medianoche. Donde todo comenzó, todo terminará."
No había firma. No la necesitaba. Kael había visto suficientes de estas notas en las últimas semanas para reconocer el patrón. El Errante—o su culto, o quien demonios estuviera orquestando esto—tenía un sentido teatral de la m****a que haría que un actor malo se avergonzara.
Pero la amenaza era real. Siempre lo era.
Miró por la ventana de su habitación en el Bastión—tecnicamente ya no era su habitación, pero nadie había tenido las agallas de echarlo todavía—hacia la ciudad envuelta en niebla. El Anillo Dorado brillaba en la distancia, sus lámparas de gas caras proyectando halos dorados que atravesaban la oscuridad como ojos vigilantes.
Distrito rico. Políticos, comerciantes, cualquiera con suficiente dinero para comprar segurid