40

El limbo no tenía temperatura, pero Elyra sentía frío.
No el frío del invierno o de una brisa helada — ese al menos tenía sustancia. Esto era la ausencia de calor, de vida, de cualquier cosa remotamente tangible. Era el frío de no existir, y después de un año, aún no se acostumbraba del todo.

—Aquí —dijo Lyra, su forma brillando levemente en la penumbra infinita—. La grieta comenzó aquí.

Elyra flotó hacia adelante. El espacio liminal se comportaba de formas extrañas: a veces caminabas, a veces simplemente estabas en un lugar diferente. Hoy, flotaba.

La grieta había sido delgada como un cabello cuando la encontraron hace un año. Ahora...

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