Cap. 133. Divorcio.
Narrador omnisciente
—¡Usted es un maldito mediocre! ¡Quiero otro doctor! ¡Quiero resultados! —le gritó Helena a su médico, señalándolo con el dedo.
Y su padre, avergonzado, golpeó el borde de la cama con la palma.
—¡Basta ya, Elena! ¡Haz silencio!
El doctor asintió con respeto, dio media vuelta y se marchó.
En cuanto se cerró la puerta, Elena giró hacia su padre con los ojos encendidos.
—Papá… tienes que darle una lección a Marina. Esa maldita no cumplió con mi pedido y se quedó junto a Alexandros.
El hombre chasqueó la lengua mientras negaba con la cabeza.
—Ni postrada, dejas de querer dominar el mundo.
—¡Me está regañando! —gritó con furia—. Fuiste tú quien me enseñaste que uno nunca deja pasar un desafío de sus subordinados.
Él se levantó y se acercó a ella con expresión gélida.
—Dame unos días —empezó a decir, acariciándole el cabello de forma casi mecánica—. Esa italiana se va a ir… o la voy a desaparecer. La enterraré junto a su gemela.
—Eso espero, papá. Quiero resultados. No