Cap. 126. Arrinconada.
POV Maite.
Me encontraba en la alberca con los niños, fingiendo que todo estaba bien.
Reía cuando debía reír, jugaba cuando me llamaban y aplaudía cada vez que alguno de ellos se lanzaba al agua con torpeza y emoción.
Pero por dentro, me sentía… hueca.
Esa sensación en mi pecho no me abandonaba, era como un vacío seco y profundo, como si algo me faltara, como si me hubieran arrancado una parte sin anestesia.
Me obligaba a decirme que estaba bien, que no debía preocuparme.
«¿Por qué me preocupaba? Si alguien merecía pagar por sus maldades era ella». Me lo repetía como un mantra. «Marina es malvada, es tóxica y solo destruye»
Y, sin embargo, no podía ir en contra de mi naturaleza.
Es imposible desconectarme de lo que siento. Algo me decía que no estaba bien. Que algo andaba mal. Y no podía evitar imaginar escenarios horribles, ni suponer lo peor. Tal vez era la culpa. Tal vez la ansiedad. Tal vez simplemente ese vínculo absurdo e irracional, que uno no elige tener con un herman