CAPÍTULO 31

Romeo

El sol se ponía mientras regresaba al castillo de Atina. Un estallido de colores se elevó y deslumbró el cielo con un despliegue de naranjas y rosas. Nunca me había tomado el tiempo de ver la puesta de sol, pero hoy fue un día monumental, como si debiera fijarme en cada detalle.

No había vampiros afuera, no es que esperara por mí, pero me dolió un poco que Atina no me esperara. ¿Quizás ella no sentía lo mismo por mí? Me acerqué al castillo esperando que la puerta se abriera como cuando estábamos bajo la maldición, pero permaneció cerrada. Apreté el pomo y me giré, sorprendida de que no estuviera cerrada con llave. Entré en el castillo.

El interior estaba tan silencioso como durante la maldición. Casi me pregunté si Silas habría regresado mientras yo estaba en el bosque, pero entonces oí ruidos provenientes de la biblioteca. Sonreí al recordar cuánto le había encantado a Atina cuando llevé los libros afuera y los leyó de nuevo. Su amor por los libros era casi tan grande como el m
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