Romeo
Alejarme de Atina tras saborear su dulce excitación fue una auténtica tortura. Al acercarme a la entrada del castillo, Asher se abalanzó sobre mí y me abrazó con fuerza, dándome palmaditas en la espalda antes de apartarse bruscamente.
—Quiero que conozcas a la manada—.
—¿Qué paquete?—
Cuando salí corriendo tras el incidente con la cabeza de Atina, me topé con una manada de hombres lobo. Me acogieron y me han estado enseñando las costumbres de los hombres lobo.
—¿Te refieres a después de cortarle la cabeza?—
—Dije que lo sentía. —Hizo pucheros como solía hacerlo cuando éramos pequeños y ya se había comido lo último—. ¿Por qué no les dijiste a los vampiros que era yo?
—Porque te matarían.—
—Creo que podrían matarme de todos modos. —Metió las manos en los bolsillos de sus pantalones y miró al suelo.
¿Descubriste por qué?
—¿Por qué qué?— preguntó.
—¿Por qué los vampiros matan a los hombres lobo?—
—No. No he oído ninguna razón. —Caminó hacia el bosque.
Miré a Atina, que estaba donde