CAPÍTULO 36 – Rispideces entre hermanos
Tupã llevaba días observando cómo Tao regresaba cada tarde de la cabana de Kerana sin respuestas, pero hoy los vio bajar juntos desde las montañas. Los vió hablar en voz baja, compartir sonrisas y caminar tan cerca que parecía que el aire entre ellos vibraba con algo que él mismo no había logrado alcanzar. Esa cercanía lo corroía por dentro. Era un fuego lento, incómodo, que no sabía cómo apagar.
Desde niño había admirado a su hermano menor… pero también lo había envidiado. Tao siempre conseguía lo que quería: respeto, fuerza, reconocimiento, y ahora también estaba logrando acercarse a la mujer que a él también le gustaba.
Verlos juntos le estaba arrancando algo desde adentro.
Cuando Tao se despidió de Kerana y ella entró a su cabaña con pasos ligeros, él empezó a seguir a su hermano menor. Caminó hacia su hermano con una mezcla de rabia y dolor que no supo disimular.
— Tao —lo llamó, sin esfuerzo por ocultar su malestar—. ¿Por qué siempre hace