BASTIÁN
Finalmente, estoy de regreso, bueno, en el aeropuerto, cuando veo a mi hermosa esposa recibiéndome con los brazos abiertos. ¿Con flores?
—¿Flores?
—No siempre tienes que ser tú el que me dé flores. —La beso con tanta necesidad, sin esperar a que me dé las flores; esta mujer es única, lamentablemente dejo sus labios por falta de aire, para luego recibir un abrazo de su parte, que por un instante me deja pensando, pero luego respondo a su abrazo cuando ella deja su rostro sobre mi pecho.
—Te extrañé mucho, mi amor.
—Extrañé mucho tus abrazos— Beso su frente y poso mi mano en su vientre; luego me agacho para saludar a mi niña hermosa que descansa plácidamente dentro del vientre de mi adorada mujer.
Tomo de su mano y con la otra sostengo las flores; algunas personas me observan algo curiosos y murmuran; la verdad no me importa, hasta hago el afán de olerlas; no me hace más ni menos cosas como estas; después de todo, fue un detalle de mi esposa.
—Parece que sí te gustaron.
—Más qu