El frío de la mañana me envuelve cuando salgo de la ducha, y no sé si es por el agua helada o por el vacío que siento dentro de mí. Mis pensamientos siguen atorados en la misma escena, en la misma conversación. La imagen de Enrico, su rostro serio y su mirada llena de intensidad, persiste en mi mente como una cicatriz.

A pesar de todo, sigo buscando una forma de alejarme. Ya ha pasado una semana desde el beso, y he hecho todo lo posible por mantenerme ocupada, por llenar mis días con otras cosas. Pero la verdad es que no lo logro. Él está en cada rincón de mi vida, en cada pensamiento, en cada suspiro.

Me miro al espejo, tratando de calmarme, de centrarme. Pero todo lo que veo es a una mujer atrapada entre lo que debería hacer y lo que realmente quiere. Y lo que