El anuncio
Isa Belmonte
No había comido en un restaurante de barrio desde mi adolescencia, no sabía cuanto extrañaba los lugares y momentos así hasta ahora, el calor de la gente, la alegría en común, el olor de la comida y el ambiente en general es increíble, me recuerda a mi país, México.
Tengo tantos años lejos de mi tierra que ya casi olvido como es, por fortuna, el lugar al que nos trajo Luca es de dueños mexicanos, aprovecho y me atiborro de tacos de todos los sabores, no había probado birria en mucho, mucho tiempo.
La cara de Ana es un poema cuando me ve engullir en décimo taco, Luca no se queda atrás, la mesera, que al parecer es hija de los dueños, me sonríe y me pasa un segundo refresco para que pase la comida.
–¿La gente en tu país también come así o eres un caso especial? – pregunta Ana, me limpio los labios con una servilleta y bebo un poco de refresco antes de poder contestar.
–Depende de la persona, pero en general si, somos de buen diente – respondo mientras observo d