Noche de fiesta y algo más…
Isa Belmonte
No creo que haya una sola mujer en el mundo a quien no le disguste que otra mujer en poca ropa este rodeando a su esposo el día de su boda, y es que es eso precisamente lo que ha estado haciendo la señorita que invitó Ximena a la fiesta de mí boda. Aisha se llama, según me comentó Ana, es alta, delgada, figura exuberante, muy atractiva, cabello rojo intenso, casi violeta, labios carmesí, nariz perfecta y sonrisa de anuncio. Desde el momento que entró se robó las miradas y atención de varios hombres, aunque no la de Mario, eso me hace feliz.
Mario no ha dejado de verme y tocarme desde que bajamos de la limosina, cuando ella entró mi esposo ni se inmutó, al contrario, me pegó a él para besarme y susurrar en mi oído que ya quería irse, en ese momento yo también quería irme, pero decidí que no volveré a huir jamás, voy a enfrentar todo de frente, como ahora que Aisha intenta hablar con mi esposo y yo no permitiré que se le acerque, no porque me sienta insegura o algo por el estilo, sino porque no voy a dejar que personas chismosas empiecen a decir que soy una esposa trofeo nada más, no permitiré que nadie me vea como débil o ingenua.
Recibo los saludos y regalos de cada persona que está en la fila, Mario solo hace una pequeña reverencia en señal de gratitud a todo el que se acerca, soy yo quien debe sonreír y dar las gracias, mi suegro se encarga de que cada regalo sea almacenado de manera correcta y de vez en vez se acerca a decirme el nombre y algo relevante de la persona que estoy saludando, me enderezo más cuando Aisha se acerca en la fila, trae una caja cuadrada no muy grande en sus manos, no sé que es más falso, si sus uñas o su sonrisa.
–Buenas noches, Mario estoy muy agradecida de que me hayas invitado a tu boda, después de todo lo que vivimos, me da gusto que este sea el primer paso para retomar nuestra… amistad – dice con un tono meloso que resulta tan molesto en mis oídos.
Hago un gran esfuerzo por no voltear los ojos, sobre todo cuando intenta tocar a mi esposo, quien gracias al cielo se mueve y se coloca detrás de mí abrazando mi cintura y pegándome a su pecho.
–Primero, yo no te invité, segundo, cuando te acercas a una pareja saludas a ambos o no saludas a nadie y tercero, hace mucho que lo dejamos y créeme que no tengo ninguna intención de retomar cercanía contigo, en ningún momento de mi vida.
–Entiendo que sigas algo molesto por como terminó todo, pero…
–No estoy molesto, solo quiero que te vayas – responde dejando un beso húmedo en mi cuello – ahora Aisha, hay personas a las que sí quiero saludar, vete – la hecha, le dedico mi sonrisa más hipócrita y dejo que un escolta reciba la caja por mí, detrás de ella están dos personas que sí reconozco, son socios de Mario, los conocí en la oficina, me agradan.
–Felicidades Mario, tu esposa es bellísima – dice el hombre mirándome con una sonrisa amable, es un señor de cuarenta y cinco, muy bien conservado, atractivo y con un bigote clásico. Su esposa es una elegante mujer de treinta, hermosa, graciosa y muy amable, están buscando tener su primer bebé.
–Su belleza e inteligencia es lo que me llevaron al altar esta tarde – dice Mario haciéndonos reír a todos, recibo el presente que nos entregan y pasamos a la siguiente pareja, Karla y Beth, dos arquitectas de renombre en la ciudad, hermanas, jóvenes, amables, rubias y muy inteligentes.
–Felicidades a ambos – dice Karla
–Hacen una pareja hermosa – continua Beth.
–Gracias por venir – respondo con una sonrisa amable, recibo el presente que pasa a manos de mi suegro quien se lo pasa al escolta que se encarga de acomodar las cajas.
–No nos perderíamos un evento así por nada del mundo – dice Beth mirando alrededor – hay muchos jóvenes guapos por aquí – ríe y la acompaño, su hermana la codea y avanzan sonrientes, los siguientes son el primer ministro y su esposa, con ellos se termina la fila. Los saludamos con amabilidad, no tenía idea de que personas del gobierno vendrían, pero tenemos a medio parlamento presente en la recepción. Ser parte de la familia más acaudalada del país te hace tener contacto con políticos todo el tiempo, aunque no quieras.
Terminamos con los saludos y nos hacen pasar a la mesa de los novios en donde ¡oh sorpresa! Aisha está junto a mi queridísima suegra y los únicos espacios vacíos son los de Mario y yo, tomo aire y me encamino a mi lugar con una enorme sonrisa, recibo los halagos que me hacen en el camino y me siento, Aisha inmediatamente empieza a acomodarse el cabello para descubrir su escote y trata de pegarse a mi esposo.
–Damas y caballeros, los mejores sabores del mundo están sobre sus mesas en este momento en honor a la unión de una joven y enamorada pareja – empieza el animador de la fiesta, las personas empiezan a ojear todo el banquete frente a ellos y la señorita pechos perfectos no le quita los ojos de encima a Mario, quien sigue ignorándola, necesito saber la historia detrás de esto, para saber a qué me enfrento.
–Lo que yo quiero saborear está sobre la silla de mi derecha – susurra Mario en mi oído mientras acaricia mi espalda, suelto una risita baja y dejo un beso sobre su cuello mientras el hombre nos dice que podemos empezar con el banquete, todo huele y sabe exquisito.
–¿Cuándo me vas a hablar de Aisha? – pregunto en un susurro bajo, Mario finge cortar mi filete para responder.
–Cuando ella no este como sanguijuela junto a nosotros quizás – dice mirándome a los ojos, su mirada indica que no debo volver a tocar el tema, al menos esta noche, no digo más y termino con la comida.
Terminado el banquete y las palabras de felicitación de los amigos y conocidos, me encamino al cuarto asignado para la novia con el fin de retocar el maquillaje y realizar el cambio de vestido, puesto que ya es hora de realizar el primer baile como esposos, siento pasos detrás de mí por lo que freno mi andar, no necesito voltear para saber de quién se trata, el perfume excesivamente dulce y empalagoso me informa que se trata de Aisha.
–No tienes familia, ni amigos o contactos influyentes, no tienes un nombre reconocido, no tienes nada que llame la atención de Mario, ¿Cómo es que lograste llegar al altar con él? – pregunta desde mi espalda, estamos algo apartadas así que no nos escuchan.
–No necesito de amigos o contactos para atraer la atención de un hombre – giro para encararla – me basta con mi inteligencia, belleza, increíble personalidad y sensualidad – le digo con una sonrisa ladeada, estoy dejando que la parte más insolente de mí salga a flote y amo ver como una sola frase destruye sus ínfulas de chica insuperable.
–Por favor – suelta con una risa irónica tratando de recomponerse – solo eres una chica más.
–¿Cuál es tu interés en hablar conmigo Aisha? – pregunto sorprendiéndola al notar que sé su nombre - ¿Necesitas consejos para que otro hombre no te abandone? – tanteo algo agresivamente.
–Nadie me abandona, soy inolvidable querida – responde con soberbia.
–Creo que insignificante sería el término correcto – le digo mirando mis uñas con el objetivo de mostrar mi anillo – todos hablan de ti como s se tratara de un cuadro olvidado en la última habitación de la casa – termino, vuelvo a girar para marcharme.
–Ese anillo debía ser mío, ¡Mario es mío! – grita cuando me alejo, levanto una mano restándole importancia a sus palabras mientras me alejo.
Al entrar al cuarto de la novia veo que Tanya ya está ahí, esperando por mí, no sé si ha salido de aquí en realidad.
–Estaba a punto de avisar a seguridad sobre tu desaparición – me regaña mientras se apura a ayudarme para quitarme el vestido.
–Lo siento, me entretuve con algo en el camino – le digo apenas, me quito el vestido y enseguida me meto en otro, mucho más liviano y suelto, es de satén liso y con abertura en la pierna, cambio mis tacones y Tanya me ayuda con el velo, salimos juntas y Mario me espera en el pasillo del salón, todas las personas se encuentran de pie y la pista ya está despejada, las luces bajan y una suave melodía empieza a sonar.
Llegamos al centro de la pista, todo se apaga excepto el reflector que ilumina la lluvia de estrellas diminutas y brillantes que cae sobre Mario y yo. Nos movemos con suavidad al ritmo de la música mis manos reposan en los hombros de Mario y su frente se pega a la mía, entonces todo deja de existir para mí, me concentro en Mario, me veo reflejada en sus ojos, brillantes y cálidos, sus manos me pegan más a su cuerpo, su respiración se mezcla con la mía y mi corazón se acelera, hace mucho que no me sentía así, admirada, protegida… amada, no sé si realmente nos amamos, si es mutuo o correspondido, pero lo mío con Mario no es solo un negocio, no de mi parte.
Creo que jamás lo fue, su mirada me cautivo desde el minuto uno y no quiero soltarlo jamás.