POV Lola
El ambiente en la mansión era tenso. Nicolás y Camil se movían como si cada pared tuviera oídos. Yo fingía tranquilidad, pero sabía que me vigilaban. Nicolás me observaba todo el tiempo, y aunque trataba de mantener mi papel, algo en su mirada me decía que no me creía nada.
Camil me analizaba en silencio, con esa sonrisa contenida de quien está esperando que el otro se equivoque. Y yo no podía darme el lujo de fallar. No ahora. Me miré al espejo antes de bajar. Tenía los ojos hinchados, la piel pálida, el mismo rostro que usaba Mila para inspirar lástima. Respiré hondo. Bajé las escaleras.
En el vestíbulo me esperaba Isabel. Vestida de negro, el cabello recogido, los ojos rojos de tanto llorar, aunque juraría que no había derramado una sola lágrima sincera.
—Mila —dijo apenas me vio.
Fingí una sonrisa tensa.
—Isabel —respondí.
Me abrazó sin pedir permiso. Sentí el temblor de sus manos, o tal vez era el mío. Me aparté despacio.
—Tenía que verte —dijo—. No soporto estar sola en