Capítulo 60.
POV - Mila
Los días posteriores a la revelación fueron un torbellino. Pasaba horas encerrada en el santuario que Nicolás me preparó en la nueva mansión, rodeada de pantallas, carpetas y documentos. Allí, el silencio del bosque contrastaba con el caos que ardía dentro de mí.
Revisaba una y otra vez los archivos que Camil había acumulado: actas de nacimiento de la clínica, informes adulterados, fotografías amarillentas. Los papeles parecían hablarme con cada frase seca: dos nacimientos, dos niñas, una desaparecida. Y los análisis de ADN… no dejaban dudas. Lola era mi hermana.
Cada línea leída era un puñal. El rencor me crecía como veneno en la sangre. No por Lola. Por mis padres.
Una tarde, exhausta, me derrumbé sobre el escritorio. Mis lágrimas mojaron los papeles. Camil estaba allí, en silencio, vigilando las pantallas.
—Si me lo hubieran pedido… —murmuré, con la voz rota—. Si ellos me hubieran pedido que le diera un riñón, lo habría hecho.
Camil se giró, sus ojos clavados en mí.
—Mil