Capítulo 25.
POV – MILA.
La mañana comenzó con un silencio extraño. Nicolás me esperaba en el comedor, sentado con la espalda recta, el café en la mano y esa mirada fija que parecía atravesar todo lo que tocaba. Me detuve al verlo. Sabía que había algo distinto en él.
—Siéntate —dijo sin rodeos, señalando la silla frente a él.
Obedecí, con cautela. Tenía la sensación de que iba a dictar una sentencia, y yo era la acusada.
Él dejó la taza sobre el mármol con un golpe suave, pero contundente.
—No estoy de acuerdo con lo que haces—dijo, sin apartar la mirada—. No me gusta que te metas en la boca del lobo.
Respiré hondo, preparada para la discusión.
—No me vas a detener, Nicolás. Lola tiene que pagar, y no solo en lo personal. Quiero arrancarle lo que más le importa: el poder.
Él me observó unos segundos, con esa paciencia peligrosa que siempre tenía antes de hablar.
—Por eso… te voy a apoyar.
Parpadeé, sorprendida.
—¿Qué…?
—Escúchame bien —continuó, inclinándose hacia mí—. No lo hago porque crea que