Capítulo 20.
POV Mila
El hospital tenía ese silencio peculiar de la madrugada: los pasillos apagados, las luces amortiguadas y el murmullo lejano de las máquinas que parecían respirar en nombre de quienes no podían hacerlo por sí mismos. Me había acostumbrado a su quietud, a sus ojos cerrados, al pitido constante del monitor. Tanto que, por momentos, temía que nunca fuera a despertarse.
Esa madrugada, sin embargo, algo cambió.
Estaba medio dormida, con la cabeza recostada en la orilla de la cama, cuando sentí un movimiento leve en mi mano. Creí que lo había soñado, pero entonces volvió a pasar: un apretón débil, tembloroso, casi imperceptible.
Abrí los ojos de golpe.
—¿Nicolás? —mi voz salió en un susurro entrecortado.
Su respiración se aceleró un poco. Luego, muy lentamente, sus párpados se estremecieron.
Me incorporé de inmediato, con el corazón galopando.
—¡Nicolás! —le tomé el rostro con manos temblorosas—. ¡Amor, despierta!
Sus ojos se abrieron apenas, nublados, como si le costara regresar de