Capítulo 12.

El avión comenzó a descender y yo desperté sofocada. Mi respiración estaba entrecortada y la piel me ardía como si hubiera corrido kilómetros bajo el sol. Cerré los ojos con fuerza, tratando de disipar el recuerdo, pero el sueño aún seguía ahí, vibrando en mis venas.

Había soñado con él. Con Nicolás.

Su boca recorriendo mi cuello, sus manos sujetándome con fuerza, dominándome de una manera brutal y erótica. En el sueño no había dudas ni juegos, solo sexo salvaje, desesperado, hasta el punto de hacerme gritar su nombre una y otra vez. Lo peor de todo es que lo había disfrutado, como si una parte oscura de mí ansiara justamente eso.

Me estremecí. El sudor me perlaba la frente y las manos me temblaban. Y, como si fuera poco, el recuerdo de la noche anterior me golpeó de nuevo: su cuerpo desnudo, húmedo, ese monstruo que llevaba entre las piernas… ¿De verdad algún día tendría el valor de dejarme tocar por él? ¿Sería capaz de soportarlo?

—Mila —la voz grave de Nicolás me sacó en seco del t
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