Capítulo 11.
POV NICOLAS.
Maldito sea el sol, maldita sea la arena, y maldita seas tú, Mila.
Tenía un vaso de whisky en la mano —el segundo del día— y apenas eran las diez de la mañana. Me recosté en la baranda de la terraza, mirando hacia la playa. Allí estaba ella, otra vez, desafiando cada límite de mi paciencia. La muy descarada se había quitado el sujetador, y ahora nadaba con esa diminuta tanga roja que apenas cubría algo. Cuando salió del agua, el sol le lamía la piel como si fuera suyo. El cabello pegado al rostro, las gotas cayendo por esos pechos redondos y firmes que me robaban el aliento.
Gruñí entre dientes.
—Jódete, Nicolás. Aguanta. Tú eres más fuerte que esto —me dije, apretando el vaso hasta que el cristal amenazó con quebrarse.
Una semana. Una maldita semana de tortura. Cada día era lo mismo: Mila caminando por la villa en tangas diminutas, paseándose como si no llevara nada. Cada noche se metía en la cama semidesnuda, a veces incluso sin cobija, con el descaro de quien sabe exac