Mundo ficciónIniciar sesiónRespirar. Se descubrió haciéndolo de otra manera. No esa respiración alta de pecho enfundado en traje, sino una respiración baja que les pertenece a los que están y no huyen. Miró a Melissa, alzó un poco la capota para que no le diera el sol directo. Una paloma impúdica caminó por el borde de la fuente. El mundo, de pronto, tenía escala humana.
De vuelta en casa, una ráfaga corta de inseguridad lo atravesó sin avisar. Se vio a sí mismo en el ventanal del salón, con la ciudad en el cristal, con la barba y las sombras debajo de los ojos, y un miedo agudo a parecerse a Richard le mordió la lengua. ¿Y si un día, cansado, perdía la paciencia? ¿Y si un gesto suyo se parecía a aquel gesto? ¿Y si, sin querer, repetía?
Melissa se movió. Él la tomó otra vez contra el pecho. El miedo, como el vapor, se disipó al contacto. No desapareció: cambió de forma. En el p







