Mundo de ficçãoIniciar sessãoLa mañana cayó suave sobre Nueva York, como si la ciudad, por primera vez en mucho tiempo, hubiera aprendido a despertar sin el ruido de sus propios demonios.
Julian sostenía a Damian en brazos, mirando por la ventana del penthouse. El bebé dormía con la boca entreabierta, una mano apoyada sobre la clavícula de su padre, como si sostuviera el mundo desde su pequeño puño.
El cielo estaba claro.
Kira salió de la habitación con el cabello recogido y una taza en la mano. Lo vio, sonrió. No dijo nada. A veces el amor no necesitaba pronunciarse para sentirse en toda la piel.
Se acercó por detrás y apoyó la frente en su espalda, respirando su calma.







