Mundo ficciónIniciar sesiónEl sol aún no había decidido si levantarse o seguir escondido cuando Kira abrió los ojos.
No fue el llanto de Damian esta vez.
Fue algo más silencioso.
Ese instinto misterioso que las madres desarrollan, como si el cuerpo se hubiera convertido en un radar vivo.
Damian dormía en la cuna colecho, boca abierta, respiración suave y rítmica.
Tenía una mano apoyada en la manta, como si sosteniera el sueño de todos.
Kira lo miró y, por un instante, la ternura le pesó en el pecho como un regalo y una responsabilidad al mismo tiempo.
La casa estaba en penumbra.
Silenc







