Capítulo doscientos: Está muerta

—Te he hecho una pregunta, Luca. ¿Dónde está Rocco? —El viento sopla con fuerza y el cabello de Caterina se mueve travieso, cubriendo sus ojos.

Luca la observa y frunce el ceño; la inquietud se refleja en su expresión y Caterina de inmediato empieza a sentirse como una estúpida.

—Rocco está en Scilla, Caterina. En el cementerio. Lo sabes tanto como yo. —Luca se gira y concentra su mirada en el puerto en el que deben atracar.

Al descender del bote, Caterina observa al tumulto de personas en medio de la plaza de Mareddusa; es un día de mercado en su ciudad y la gente continúa su vida como si dentro de ella no se estuviese construyendo la hecatombe, y el corazón de Caterina no empezara a llenarse de frialdad, guardando solo una parte para su hermoso hijo.

Luca la sigue de cerca; desearía ayudarle a calmar su angustia, pero las cosas son como son y en general suceden de la forma en que deben hacerlo. Él sabe que Caterina es fuert
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