En medio de la noche húmeda y fría, algunos minutos antes de las ocho de la noche, empiezan a llegar varios automóviles negros que rompen la oscuridad al comenzar a subir por el serpenteante camino de grava que conduce a un caserón abandonado en medio de las montañas de Enna en Sicilia, todos llegan separados, con algunos minutos de diferencia.

La vieja casa de piedra y sin electricidad, sin cobertura de teléfono, ni salida fácil,es vigilada por hombres armados apostados en las colinas cercanascon tres anillos de seguridad. La casa, como lo anuncia el silencioso protocolo de la Comisión, fue inspeccionada por los lugartenientes durante todo el día.

Ningún capo quiere ser atacado de manera sorpresiva, como le sucedió a los jefes de la ’Ndrangheta hace un poco más de un año, por lo que Gianluca se vio obligado a aumentar