Mundo ficciónIniciar sesiónEn un hotel discreto, pero elegante, al lado de la clínica donde fue atendida Caterina, esta se encuentra de pie frente a la ventana de la habitación, inmóvil, como si su presencia misma estuviera suspendida entre la luz del atardecer y las sombras profundas de la habitación. Lleva un vestido de lana fino, color burdeos, que se ajusta a su figura sin ostentación, y un chal oscuro le cae por los hombros, apenas contenido por la brisa salada que se cuela desde el acantilado.
Su silueta recortada contra el resplandor del crepúsculo parece parte del paisaje, una figura tallada por la nostalgia. El cabello oscuro, recogido en un moño desordenado, se agita levemente con el viento.
No ha parado de fruncir el ceño y de







