Phoenix caminaba por el sendero flanqueado por grandes robles, acompañada de sus tres damas de compañía: Eloise, Seraphina e Isadora. Los vestidos ondeaban con la brisa fresca de la mañana mientras las mujeres intercambiaban risas y comentarios animados sobre el viaje a la casa de los Dunne. Pero Phoenix no reía. Su mirada distante estaba fija en el camino adelante, los labios apretados en una línea fina.
*Necesito elaborar un plan para desenmascarar a Arabella.*
Esas palabras resonaban en su mente como un tambor de guerra. Pero, ¿cómo hacerlo? Arabella era astuta, una experta en manipular, ocultar y esquivar. Peor aún: Phoenix necesitaba exponerla ante todos, especialmente ante Ulrich. Él tenía que saber la verdad. Esta vez, no podía fallar.
De repente, una voz familiar sonó en su mente, serena y curiosa:
*¿En qu&eac