Soy consciente de la manera en que me observa, y es una sensación que no puedo negar ni ignorar. Kael no es alguien que pase desapercibido, ni siquiera en silencio. Está ahí, siempre presente, como una sombra que se cierne sobre mí, que se desliza en mi periferia, en mis pensamientos. Un ser que al mismo tiempo me atrae y me repele. A veces lo veo desde lejos, en su figura de imponente Alfa, distante, poderoso, y otras veces, lo siento tan cerca que me cuesta respirar, como si cada mirada suya, cada pequeño gesto, me estuviera arrastrando más y más hacia él.
No puedo escapar de esa tensión, de esa constante guerra interna que libra mi mente y mi cuerpo. He pasado tanto tiempo luchando por mantener mi libertad, mi independencia, que ahora que todo se derrumba, me encuentro vacilante, preguntándome si alguna vez tuve el control o si desde el principio, Kael ya había marcado mi destino.
Hoy es uno de esos días. Estoy caminando por los pasillos de la mansión, evitando su mirada fija desde