Capítulo 37

El plan ya estaba en marcha. Todos se reunieron para ultimar los detalles, pero la culpa seguía invadiendo a Ian, no entendía por qué Emma se prestaba, y le preocupaba el hecho de que no tuviera ningún tipo de entretenimiento que la ayudara a defenderse en caso de requerirlo. Hasta la arpía lo tenía, no era posible que dejara que fuera así sin más.

El vestido rojo, ajustado al cuerpo de Emma, era una réplica perfecta del que Francesca había llevado durante la cena de compromiso. La peluca, la joyería, incluso el perfume: cada detalle había sido orquestado con precisión. Emma, de pie frente al espejo, parpadeaba con los labios entreabiertos, intentando parecer más cruel, más letal, más como ella.

Pero esa mujer tenía el don de parecer inocente y ser una víbora venenosa. Emma, en cambio, era humana, lista y tenía el motivo perfecto. Ian…

—¿Lista? —preguntó Ellis desde el otro extremo de la sala, sin acercarse. Su voz era neutra, no quería asustarla. Pero su mirada, afilada cambió
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